Según un estudio que se está llevando a cabo a tiempo real sobre la adaptación emocional ante el aislamiento, parece ser que los adultos jóvenes y los estudiantes universitarios (entre 18 y 30 años) son los que peor están llevando esta situación.
Posiblemente esto se deba en parte a que su tolerancia ante la frustración es muy baja, es decir, no están acostumbrados a que se interpongan obstáculos en la búsqueda de sus objetivos, y mucho menos, obstáculos tan duros.
Su mundo se ha venido abajo y ahora han de aprender, lo más rápidamente posible, a adaptarse a las nuevas circunstancias.
La verdad es que esta situación, se puede interpretar como un regalo que nos proporciona la vida, tanto a ellos como a nosotros, en el sentido de que vamos a tener que desarrollar nuestra resiliencia, nuestra capacidad de crecernos ante la adversidad. Una vez superado este momento, las pequeñas cosas que perturbaban nuestro día a día, van a carecer de importancia porque nuestra escala de valores habrá cambiado.
A veces la vida no nos da lo que le pedimos sino lo que necesitamos.