“He blindado los miércoles por la tarde para tocar”. Y así de repente pasamos de no tener tiempo para hacer una actividad que nos gusta, a tenerlo sistemáticamente todas las semanas.
Y no pasa nada terrible en nuestras vidas. Las piezas del puzzle de nuestro día a día se recolocan y todo sale como siempre. Con la diferencia de que ahora hay en mi agenda una actividad que me llena, que me hace feliz, y eso, a largo plazo; va a contribuir a que mi estado de ánimo mejore y con él todas las actividades que realizo.
¿Vale la pena invertir ese tiempo en uno mismo?